jueves, 29 de diciembre de 2011

LA EDUCACIÓN QUE TENEMOS ROBA A LOS JÓVENES LA CONCIENCIA, EL TIEMPO Y LA VIDA

ENTREVISTA A CLAUDIO NARANJO-
Por Alberto D. Fraile Oliver

Cuando uno escucha a este psiquiatra chileno de 75 años da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo. Cuenta que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU., allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en Occidente. También bebió del budismo tibetano y el zen. Claudio Naranjo dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores.

En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos la educación o este mundo se va a pique.- ¿Dices que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la problemática de la educación y cuál es tu propuesta?
La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser. La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida. El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.-

¿Cómo sería una educación para que seamos seres completos?
La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mi me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.

- ¿Cuándo hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres exactamente?
Tiene que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual. La educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente. Lo terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.

- A la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?
Yo pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza (cerebro intelectual) , corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres predominaron en el dominio político, unos 6000 años atrás, se instaura esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica, que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona, hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón. Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia. La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.- La educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente.

¿Cómo se puede salir de esa prisión?
Es una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo. Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza. La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.

- Precisamente quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.
Es una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora. Estamos viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un desastre para el mundo tecnológico que tenemos. La gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo mucha fe ni en las terapias ni en las religiones. Solo una educación holística podría prevenir el deterioro de la mente y del planeta.

- ¿Podríamos decir que has encontrado un equilibrio en tu vida a esas alturas?
Yo diría que cada vez más aunque no he terminado el viaje. Soy una persona que tiene mucha satisfacción, la satisfacción de estar ayudando al mundo en el que estoy. Vivo feliz, si se puede ser feliz en esa situación trágica en la que estamos todos.

- Desde tu experiencia, tu trayectoria y tu madurez, ¿cómo procesas el hecho de la muerte?
En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc. No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora. A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.
Como su estimado socio, el espacio, el tiempo nos recuerda que somos seres limitados y nos alienta a hacer de esa limitación una razón para la búsqueda (y el encuentro) de aquello que le dé un sentido a nuestro transcurrir y al paso de él por nosotros. Posiblemente *el tiempo sea, después de todo, esta pregunta: ¿qué vas a hacer mientras estés aquí, cuál será tu huella, la que marques en tu momento y quede indeleblemente impresa en todos los instantes que se sucedan de ahí en más?*

jueves, 29 de septiembre de 2011

"Todos los niños pueden ser Einstein si los motivas bien"


Fernando Alberca, profesor de secundaria. Autor de Todos los niños pueden ser Einstein (Ed. Toromitico), libro en que Alberca aboga por el afecto en vez de la amenaza y la sanción para acabar con el fracaso escolar.
• 27/09/2011 Por Víctor - M. Amela . La Vanguardia, ESPAÑA
¿Todos los niños pueden ser Einstein?Tus hijos pueden alcanzar cualquier logro intelectual.
Pero Einstein... ¡eso es picar muy alto!Einstein fue carne de fracaso escolar hasta los 15 años. "Mortalmente lerdo", diagnosticó de él una profesora. "No está preparado para aprender, no llegará a nada", dijo otro.
¿Tan desastroso era?Su propia madre decía que era retrasado mental. Hasta los nueve años no habló bien.
¿Qué le pasó para pasar a ser genial?Lo que puede pasarle a cualquiera: motivación y método. Motivación: pese a haber suspendido, un profesor le invitó a asistir gratis a sus clases. Por primera vez, sintió que le valoraban, que creían en él. ¡Sintió cariño!
¿Asistió Einstein a esa clase?Tuvo que irse a otra escuela. Pero allí un profesor de historia hizo lo que nadie antes: pedirle opinión sobre las cosas.
¿Esto motivó a Einstein?Sí. Si sientes que confían en ti, ¡te creces, para ser merecedor!
¿Y qué es eso del método?Usó el hemisferio derecho para resolver problemas del izquierdo. Visualizaba una solución, y su esposa le ayudaba a formularla matemáticamente. Pero era el hemisferio derecho, el intuitivo y creativo, el que resolvía, no el izquierdo, el matemático.
Yo lo pasé fatal con las matemáticas.Tus profesores no valoraron el uso de tu hemisferio derecho: podrías haber acabado encontrando la solución, pero no te dieron tiempo. Todos los escolares pueden ser motivados y todos pueden triunfar.
Cada uno nace con su inteligencia...
El coeficiente de inteligencia es innato, permanece inalterable... y no sirve para nada. ¡Lo determinante es la motivación!
¿Cómo motiva usted a sus alumnos?Les digo que todos pueden sacar un 10 conmigo. A partir de ahí, ¡un 5 les parece poco!
¿Tan fácil?La escuela pone el foco en la sanción, fomenta el miedo al error. Debería ponerlo en el acierto. Y en la creatividad. Pregunté a mis alumnos: "De ocho caracoles de una cesta, salen tres, ¿cuántos quedan?".
Cinco, le dirían."Ocho –respondió uno–, porque han salido del caparazón, ¡pero no de la cesta!". ¡Es una respuesta que no debería ser penalizada!
Entre tanto, 30% de fracaso escolar.Nuestra escuela parece reñida con la inteligencia. ¡Es imposible que haya un 30% de tontos! Desconfiamos de los alumnos, los educamos para evitar el fracaso y no para tener éxito. ¡Aprendamos a jugar al éxito!
¿A usted le funciona?Desde 1993 sólo he tenido que suspender a dos alumnos. Me han reñido por aprobar tanto. ¿Por qué? ¿No está bien lograr estimular a los alumnos para que triunfen?
Pues aconseje a sus colegas profesores.Sabed ser el jefe de la camada. Alguien a quien los alumnos quieran seguir. Que noten que tú les ayudarás a mejorar.
¿Algo más?Sí: no olvidéis la grandeza de este oficio. Centraos en los por qué y para qué más que en los cómo. Y usad lo que hoy se sabe acerca del aprendizaje.
¿Qué se sabe?Que somos animales emocionales, y que una simple mirada aprobatoria de un profesor... estimulará al alumno. ¡Sólo educa quien quiere a alguien! Si queréis a vuestros alumnos, educaréis. Si no, no.
Nada estimula más a un alumno que el afecto, me quiere decir.Es así. Sonríe... y exige. Si tu hijo detecta que confías en él, querrá superarse. A los niños les atrae el reto, la heroicidad.
Los padres, ¿debemos ayudarles o no a hacer las tareas?Si tu niño puede abrocharse el abrigo, no se lo abroches tú. Oriéntale en las tareas, pero dile que sabes que él los resolverá. Si se los resuelves tú, le enseñas a ser incapaz.
Si pudiera imponer una sola reforma escolar, ¿cuál sería?Dedicaría toda la primaria a una sola y única cosa: ¡aprender bien a leer y escribir!
¿Y nada más?¡Nada hay más decisivo! Si están bien avezados en la lectura, podrán estudiar lo que quieran: se abren la puerta a todos los conocimientos. Y cuantas más cosas aprendan leyendo, ¡más inteligentes serán!
¿No es al revés?"El aprendizaje es experiencia, el resto es información", dijo Einstein. No aprendes cosas porque eres inteligente: aprender cosas te hace inteligente.
Si de verdad eres inteligente, serás feliz.
¿Ah , sí?La inteligencia consiste en resolver problemas, y el problema más difícil es ser feliz.
¿Puedo enseñarles a mis hijos cómo vivir felices?Enséñales a superar obstáculos. A ver lo extraordinario en lo ordinario. A que todo acto tiene consecuencias. Y a amar de verdad.
¿Cómo se ama de verdad?Sin esperar nada a cambio. Nada reporta tanta felicidad como hacer feliz al otro sin que siquiera se entere.
¿Haciendo eso nuestros hijos sean inteligentes y felices?Dependerán menos de los azares y serán capaces de lo que se propongan. Y lo inteligente podría ser proponerse quizas, no estudiar una carrera.

jueves, 30 de junio de 2011

El momento artístico como un momento educativo


ARTE EN ATELIER

Cuando una mariposa mueve las alas en Tailandia,
algo cambia en Nueva York.

“¡Mira esta escultura que hice!, me dice Ray al mostrarme un par de figuras de plastilina, representa mis miedos y esta otra representa la forma en que me sobrepongo a ellos. En nuestra escuela tenemos clases de Arte, Clown, Música, además dibujamos y coloreamos Mándalas como un sistema de conocerse a uno mismo”, recalca.

Efectivamente en esta comunidad educativa el contacto con el arte se incluye en la currícula escolar no tanto como educación estética o educación artística sino como un medio de expresión y de autoconocimiento. “En la educación toda manifestación artística tiene un aspecto muy importante; el aspecto de la sanación, nos explica Violeta Maldonado co-fundadora de Atelier Indigo. Y añade, estamos hablando de la creatividad en general, como una manera de liberación interior que aprovecha esa energía creativa personal que nos da vida. El arte nos hace caminar por el camino de las sensaciones, de las emociones y de los sentimientos. Explorarlos, admitirlos y manifestarlos es parte esencial de nuestra propuesta educativa. “

Pero, ¿de qué manera educa y cura el arte? preguntamos. “El arte educa cambiando la fisiología corporal y mental de una persona. Un cambio que va del temor a la libertad, de la contracción a la inspiración. El arte coloca al niño en un distinto patrón de onda cerebral, afecta cada célula. Cambia la percepción del mundo. Crea confianza, esperanza y seguridad.

“El arte nos lleva a nuestro mundo interno permitiendo que se produzca el momento luminoso de la educación. El arte es la forma más antigua de relacionarse con el “sanador interno” ese sabio personal que me permite recordar nuestra esencia verdadera. La educación busca el cambio y el arte lleva la energía del niño a la creatividad produciéndose una transformación que afecta a los diversos niveles y sistemas personales” enfatiza Violeta.

El arte y la realidad cuántica
La mayoría de las personas todavía sostienen principios de una realidad cartesiana que afirma que causa y efecto son independientes del observador. De acuerdo a la física cuántica todo está interconectado, aún el observador mismo afecta los resultados mismos. Materia, energía, tiempo y espacio se afectan entre sí. De tal manera que cuando algo se mueve el resto se afecta. Cuando nos movemos en la conciencia del campo cuántico la probabilidad es mayor de que cuerpo, mente y espíritu se perciban como uno

En el mundo de la física cuántica, la luz se dobla cuando el observador se mueve, la materia se vuelve energía; el tiempo cambia a medida que nos acercamos a la velocidad de la luz y una partícula afecta a todo lo demás.

¿Cómo entender esta visión de unidad y totalidad en el campo educativo? Podemos asegurar que existe un momento educativo, un instante revelador. Es el momento personal de cambio y trascendencia y ocurre en los diversos planos. Es el lugar de la curación, es el lugar de los milagros. Si lo vemos desde un punto de vista trascendental es el “momento educativo” que detiene el mundo ordinario para palpar un lugar sin tiempo y sin espacio.

Y ¿cuál es la manera de ir más allá del espacio y el tiempo? La meditación es una manera, pero también el arte. Muchos hemos sentido ese momento cuando el tiempo desaparece, cuando se percibe o se hace arte. El momento educativo es el momento de palpar la armonía, el equilibrio y la resonancia; lo contrario implica bloqueo, contracción, destrucción y resistencia.

Es común escuchar que hacer arte es como si el tiempo volase o desapareciera, como si se estuviese en un lugar diferente. Por ello, hacer arte nos pone entre el tiempo y el espacio, en un lugar donde estas leyes no se aplican de la misma manera, donde la persona como observadora crea la realidad e influye sobre los resultados y donde todo está interrelacionado.
Hacer arte es como la acción de rezar que tiene un impacto en el tiempo y el espacio, pues se establece otro nivel de interrelación con la realidad donde “el momento educativo” tiene mayores probabilidades de manifestarse. El momento educativo es como el “eureka”, es como la inspiración, es como la intuición humana que se revela.

Cuando hay un desequilibrio en la persona se produce una energía destructiva interna y externa. El arte nos permite construir. Es la forma más antigua, junto con el rezo, de conectarse con un espíritu superior, diferente a lo cotidiano, donde la energía del desequilibrio busca su propia transformación. Este es parte de un proceso de cambio en la educación.
Ya Platón enunciaba en su libro La República, que “el arte debe ser la base de la educación. Y más recientemente el destacado teórico del arte Herbert Read hace una invitación a quienes de algún modo estamos vinculados con la educación para que “nuestra actitud monótona y displicente y nuestra visión sesgada de las actividades propias del oficio, se encaminen por la ruta de la estética, de la belleza, de la creatividad, del juego”.
En su libro Educación artística y desarrollo humano, Howard Gardner afirma, concediéndole la razón de sus propuestas a Read que: “En el trabajo llevado a cabo con mis colegas durante los últimos años...se encuentran pruebas convincentes de que los estudiantes aprenden de manera eficaz....cuando su aprendizaje artístico está anclado en la producción artística; cuando hay un intercambio fácil entre las diversas formas de conocimiento, incluyendo las formas intuitivas, artesanales, simbólicas y nota-cionales; y cuando los estudiantes gozan de una holgada oportunidad para reflexionar sobre su progre-so. Es necesario, urgente, si se quiere tener un país con mejores oportunidades, con mejores personas, con mejor calidad de vida, ceder el paso a una educación más integral, más dinámica, más ecléctica y menos verbalista y academicista.
Cuando el docente se para al frente de un grupo de niños o jóvenes ansiosos y les retribuye esa ansiedad con exagerado verbalismo o con la actitud pasiva y rutinaria de quien no tiene nada más que ofrecer, siente en carne propia la frustración y la rabia de saber que ellos están siendo engañados.
La taza está llena y ha comenzado a rebosarse. Las amenazas, los regaños, los insultos, las palabras vacías, no calan en lo niños y jóvenes. Sólo la acción de una verdadera propuesta revestida de percep-ción, de creatividad, de belleza, de arte, de ciencia, de lógica combinadas, llegará al cerebro y al co-razón de los estudiantes y despertarán del letargo humillante que los acosa y los tiene como muertos.
(carlos martell)

viernes, 10 de junio de 2011

LA EDUCACION LENTA


Conversación virtual entre Joan Domenech y Carl Honore
Lunes, 25 de Octubre de 2010

El movimiento Slow crece desde hace años a un ritmo imparable. Domènech y Honoré son los principales responsables de que también la educación y la vida de los niños y niñas se mire a la luz de esta filosofía. Este es el resultado de una conversación en forma de intercambio de correos electrónicos.
Preguntas de Joan Domènech a Carl Honoré
J.D. En los movimientos de la lentitud (slow food, slow cities, etc) hay un planteamiento común que yo analizo como el de intentar devolver el tiempo a las personas. Este planteamiento tiene unas connotaciones claramente educativas. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
C.H. Sin duda. Aprender es una cuestión de ritmo y timing. Los niños necesitan encontrar retos académicos adecuados a su estadio de desarrollo y que se les dé el tiempo suficiente para procesar lo que están aprendiendo. Esto implica que el poder sobre el tiempo se transfiere del maestro y el currículum al niño, o que se pone su necesidad de tiempo en el centro de la educación.
También es importante recordar que cada niño o niña es diferente, lo cual significa que cada niño desarrolla y aprende a una velocidad distinta. Dentro de lo posible, necesitamos adecuar nuestro sistema educativo para que se ajuste al tiempo justo de cada niño.
J.D. Las familias, hoy en día, parecen prisioneras de la prisa. Por una parte quieren dar lo mejor a sus hijos e hijas, y por otra no pueden estar con ellos en calma. En muchos casos la imposibilidad es real: madres solas trabajadoras, familias con trabajos precarios…y eso significa estrés para llegar a todo ¿Hasta qué punto la educación lenta es posible en casa?
C.H. Hay, claramente, muchas presiones sobre las familias. De hecho, la educación lenta empieza en casa. Mucho antes de que los niños vayan a la escuela, los padres pueden dar forma al uso de su tiempo, mostrarles el valor del silencio y de la reflexión, enseñarles el arte de la paciencia. Pero ante todo, los padres y las madres deberían dejar de vivir acelerados. Es duro, pero no imposible. Siempre hay maneras de reducir el frenesí y llevar la calma a casa.
J.D. Las presiones sobre la escuela para que aumenten los contenidos del currículum, se avancen los objetivos en el tiempo –por ejemplo el aprender a leer-, los niños y niñas estén absolutamente ocupados… están muy generalizadas. ¿Intuyes algún tipo de relación entre estos fenómenos y el llamado “fracaso escolar”?
C.H. El “fracaso escolar” tiene muchas otras causas, más allá de la actual gestión de las escuelas, incluyendo las crisis familiares, la pobreza, la sustitución de las interacciones personales por la tecnología, etc. Pero ciertamente, podemos darle una parte de la culpa a nuestra obsesión con la educación precoz, con el énfasis en la presión por saturar de aprendizajes académicos cada vez más temprano y más rápido. Esta manera de hacer es contraria al aprendizaje. Es por ésta razón que las culturas que se basaban en el aprendizaje precoz en Asia, ahora están modificando este modelo de alta presión, reduciendo las horas de clase, los deberes y el énfasis en los exámenes. Es por ésta
razón que las escuelas de toda Inglaterra están boicoteando el SAT (test estándar de conocimientos adquiridos), porque los maestros consideran que presionan demasiado a los niños y distorsionan la educación. Y es por ésta razón que Finlandia, donde los niños empiezan la escuela a los siete años y hacen menos exámenes, deberes y horas de clase, se ha convertido en el país favorito de la educación internacional.
J.D. El sistema educativo intenta ser equitativo y compensar las desigualdades de origen existentes entre la población que llega a la escuela. Adaptar la escuela a los ritmos de aprendizaje de cada niño o niña parece ser un buen objetivo que está relacionado con los planteamientos de la educación lenta. ¿Conoces experiencias que hayan desarrollado estos objetivos y hayan obtenido resultados en esta dirección?
C.H. Hasta cierto punto, creo que los buenos maestros, sea cual sea el sistema con el que enseñen, intentan respetar el ritmo de cada alumno. Cualquiera que haya estado en una clase sabe que este es precisamente el modo natural de enseñar. Por ésta razón, en la escuela primaria publica de Londres a la que van mis hijos, los maestros agrupan a los niños de diferentes formas en función de los aprendizajes y hacen lo posible por dar a cada niño el tiempo que necesita. El problema es que el sistema muchas veces no da suficiente tiempo o suficiente libertad para llevar este modelo tan lejos como sea necesario.
Hace poco visité la escuela Steiner de South Devon, un centro Waldorf al sureste de Inglaterra, y me impresionó su insistencia en adaptarse al ritmo de aprendizaje de cada niño. Creo que el modelo de escuelas de Reggio Emilia, en Italia, es otro ejemplo brillante de cómo dar curso a la curiosidad y a la capacidad de aprender de los niños, a través del respeto a sus ritmos.
J.D. La educación lenta es más una “educación del tiempo justo” que una educación que no plantea exigencias, o que se limita a “dejar pasar el tiempo” sin ningún tipo de planificación. ¿Crees sin embargo que el término educación lenta debe seguir planteándose?
C.H. Esto es una cuestión que afecta a todo el movimiento Slow, el movimiento Lento. En nuestra cultura, la palabra lento es una palabra sucia, es sinónimo de perezoso, aburrido, ineficiente, no moderno. Pero la buena noticia es que el movimiento Slow está consiguiendo romper con este tabú. La gente entiende cada vez más que Lento o Lenta tiene un significado más amplio y más profundo que lento, que representa toda una filosofía de vida.
Seguro que sería más exacto hablar de educación del tiempo justo, pero no sería muy atractivo como eslogan. La belleza de la palabra lento, lenta es que es expresiva, ingeniosa, contracultural y provocativa; fuerza a la gente a pararse, pensar y quizá replantearse sus prejuicios.
J.D. Creo que la educación tiene un papel clave en la construcción de nuevas maneras de vivir, sentir y organizar el tiempo entre las nuevas generaciones. ¿Hasta qué punto crees que esto es posible? ¿O piensas que hay otros factores mucho más decisivos?
C.H. Estoy de acuerdo con que la educación tiene un rol clave, en esto. Es más fácil formar mentalidades, destruir prejuicios y abrir mentes cuando tratas con niños y niñas. Se hace más difícil cambiar las actitudes de la gente cuando son mayores porque estas actitudes se endurecen con el tiempo.
Dicho esto, hay también otros factores. Si tenemos que crear nuevas formas de vivir, sentir y organizar el tiempo, también debemos revolucionar nuestros sistemas políticos y económicos.
Preguntas de Carl Honoré a Joan Domènech
C.H. El término Slow Education, Educación Lenta, se ha hecho global. Joan, ¿piensas que algunas culturas tienen más inclinación natural a aceptar ésta nueva manera de pensar sobre la educación?
J.D. Seguramente. Hay culturas que, por los contextos en los que se desarrollan, pueden tener un planteamiento más lento de entrada. El problema es que, en un mundo globalizado, todo queda contaminado y, en nuestro caso, la velocidad, las prisas, los objetivos del “cuanto antes mejor” llegan a cualquier lugar del planeta. Las culturas que habían construido otra forma de entender el tiempo o que conservaban valores como los que queremos recuperar, se han visto inmersos en una corriente favorable a la velocidad, a la rapidez. Yo creo que, en estas culturas, la velocidad se ha identificado con el progreso y, por lo tanto, han pensado que, o aceleran, o pierden el tren del progreso y la mejora educativa.
La globalización tiene esta parte negativa, pero también la parte positiva de extender por todo el planeta la idea que hay que desacelerar nuestras vidas y, naturalmente, la educación si, en este caso, queremos conseguir una educación más en correspondencia con el desarrollo de una sociedad más justa, más inclusiva, más equitativa.
La educación lenta y el retorno a la verdadera calidad de los aprendizajes y de la educación son dos aspectos íntimamente unidos.
C.H. La comunidad empresarial siempre se queja que los alumnos no están suficientemente bien formados hoy en día. ¿Qué crees que la educación lenta tiene para ofrecer al mundo de la empresa? ¿Y cómo podemos argumentar mejor la educación lenta a los empresarios?
J.D. Yo mantengo que los planteamientos de la educación lenta, más respetuosos con los ritmos de aprendizaje de los niños y jóvenes han de traer grandes beneficios tanto a todo aquél alumnado que ha visto castigada su lentitud, su ritmo de aprendizaje más lento y diferente, como a todos alumnos que por sus capacidades – entre ellas las de adaptación a una educación claramente memorística y descontextualizada – tienen éxito en la actualidad. Creo profundamente que un planteamiento más respetuoso con los procesos educativos de todos los niños y niñas, que insiste en hacer aprendizajes que
sean realmente comprendidos, ha de mejorar la formación de todos los ciudadanos sin ningún tipo de excepción.
Estamos acostumbrados a pensar que la formación sólo depende de los aprendizajes académicos que los jóvenes hacen. Hoy, tenemos la constatación de que esta afirmación está muy lejos de la realidad. Una formación de calidad comporta unos aprendizajes académicos y otros relacionales y emocionales, igualmente importantes.
Es tan importante saber muchas cosas, como saberlas aplicar, como saberlas trabajar y desarrollar cooperativamente. Es tan importante tener muchos aprendizajes asumidos como ser una persona capaz de orientarse y relacionarse en un mundo complejo y que cambia de forma muy rápida.
Pero no podemos olvidar que una buena educación no nos trae una integración simple en la sociedad. En este sentido, si la educación lenta ha de comportar una mejor educación, también significa que los niños y jóvenes que puedan disfrutar de ésta educación mejor, también se convertirán en ciudadanos más conocedores de la sociedad y también más críticos hacia las formas actuales de explotación y beneficios de la empresa. Sobre todo de los empresarios que no buscan el desarrollo social y económico del país, que también los hay, sino de los que tienen como objetivo el máximo beneficio en el mínimo tiempo – otro fenómeno de ésta sociedad acelerada.
C.H. Los críticos a veces dicen que la educación lenta sólo funciona con niños de familias estables de clase media. ¿Crees que es verdad? ¿Cómo podría adaptarse la educación lenta a niños y niñas con distintos orígenes sociales?
J.D. De la respuesta anterior se pueden desprender elementos para ésta. La educación lenta, en tanto que intenta dar el tiempo necesario para que todos los aprendizajes puedan hacerse en el tiempo justo, da la oportunidad a todos los excluídos porque su ritmo no es el adecuado. A menudo, estos ritmos más lentos se relacionan con procesos sociales y familiares de más carencias a nivel cultural o socioeconómico. La riqueza de un entorno educativo que puede dar una familia de clase media, con acceso constante a manifestaciones y productos culturales, posibilidades constantes de viajes, círculos sociales y familiares muy ricos…contrasta con otros ambientes y entornos con muchas carencias, a menudo estructurales. Es en estos entornos donde la respuesta desde la educación lenta debe dar sus frutos, intentando superar estos hándicaps culturales, en base a procesos que estén mucho más cerca de las necesidades educativas concretas de la población escolar.

Nuevas preguntas de Joan Domènech a Carl Honoré
J.D. Los movimientos Slow son, en cierta medida, movimientos contraculturales. Sin embargo, sus vinculaciones directamente políticas no son relevantes. Creo que son, en su mayoría, movimientos plurales e interclasistas. Pero hay razones para pensar que los planteamientos Slow tienen también un sentido profundamente político, democrático. Veo una relación directa con planteamientos como los del decrecimiento o los movimientos ecologistas, incluso con planteamientos políticos
como los que realiza el grupo Ecología y Europa. ¿Hasta qué punto piensas que el movimiento Slow es una alternativa no solamente individual, sino también con un profundo carácter social, económico y, por lo tanto, político y alternativo?
C.H. El movimiento Slow no es una nueva tendencia de moda de las que hablan los suplementos dominicales. Va mucho más allá que esto. En esencia, es una revolución cultural con el poder de redimensionar todo aquello que hacemos. Crear un mundo lento implica reescribir las reglas de todo, desde la política y la democracia hasta la economía o la manera en que llevamos nuestras relaciones personales y construimos las comunidades. Una vez empiezas a ralentizar una parte de tu vida, abres el espacio a una reflexión más profunda y eso comporta cambios mucho más poderosos.
El movimiento Slow comparte con otros movimientos como el ambientalismo, el decrecimiento y otros, el objetivo de reinventar completamente nuestra sociedad y cultura.
J.D. Para acabar ¿cuáles piensas que son las principales dificultades o escollos con los que nos encontramos en el día a día, que dificultan estos planteamientos que hacemos? Es evidente que la educación lenta debe ir acompañada de una vida lenta pero ¿cómo podemos ser más consecuentes y no sentir que realizamos sólo experiencias aisladas? ¿Como podemos, en la práctica, fortalecer esta corriente de opinión y hacer frente a los que piensan que nada se puede hacer para cambiar este ritmo vertiginoso?
C.H. Hay muchas presiones (expectativas en el lugar de trabajo, la cultura del consumidor, etc.) para continuar yendo rápido. Creo que la velocidad también es una forma de negación, una manera de evitar preguntas grandes y difíciles. Pero quizás el obstáculo más grande para ralentizar es el tabú cultural en contra de la lentitud. Lento es una palabra sucia en nuestra cultura. Y eso hace que desacelerar sea difícil para la gente, incluso cuando quiere hacerlo.
El primer paso para provocar una revolución lenta es destruir este tabú. Hemos de mostrar de muchas maneras que ralentizar sería bueno para todos nosotros. Podemos escribir blogs, libros, artículos; dar conferencias y conceder entrevistas; enseñar ésta lección a nuestros niños desde pequeños. O, simplemente, mostrar a los otros que ir más lentos nos ha dado una vida rica y feliz.
Este cambio ya está pasando. La filosofía lenta ha ganado una gran credibilidad en los años recientes. A medida que gane aceptación cultural, será más fácil para la gente desafiar el status quo y poner los frenos. Yo sigo siendo optimista, porque el anhelo de la lentitud está ahora increíblemente extendido y es poderoso. Parece que ralentizar no es algo tan malo para la gente, o que la gente no pueda desear.
http://www.cepsantander.educantabria.es/asesorias/primaria/39703746-la-educacion-lenta-conversacion-virtual-entre-joan-domenech-y-carl-honore